29 de junio de 2019

DISCURSO DEL GRABADOR DEL SIGLO XXI


Hay algo heroico en hacer grabados en el siglo XXI.

Renegar de la inmediatez de la edición digital con el ordenador y negarse a mandar las imágenes a la impresora por decenas o cientos. Buscar el proceso más largo y artesano. Dibujar los bocetos a mano. Buscar la plancha del tamaño y metal adecuados y prepararla. Pasar la muy planificada imagen invertida y rayar el barniz con la aguja. Dejar el ácido el tiempo exacto. Limpiar, entintar y estampar en la máquina mágica que es el tórculo. Realizar una o varias pruebas de estados. Cubrir con resina y matizar las sombras con la técnica del aguatinta. Medir los tiempos en segundos. Estampar en la magia del tórculo. Repetir hasta estar satisfecho con el resultado, encontrando en el papel lo imaginado. Encontrar la imagen perfecta. El papel perfecto. El color perfecto…

¡Vivan los héroes grabadores del siglo XXI!


Hay algo de magia alquímica medieval en hacer grabados en el siglo XXI.

Alquimia medieval en los procesos y materiales que usamos. Magia de conjuro medieval en las palabras que articulamos. Planchas de metal, de cobre, cinc o latón. Barniz de Judea. Resina de colofonia. Cloruro de Hierro y ácido nítrico. Alquimia de oxidación y reducción de metales. Aguafuerte, aguatinta y mezzotinta. Granear y bruñir. Barnices al alcohol o a la trementina. Blanco de España. Tintas Charbonnel. Rojo Cardenal. Gris Payne. Papel Hahnemühle y Fabriano Rosaspina. Tarlatana. Conjuramos estas palabras en el orden adecuado alrededor de los materiales y aplicamos la fuerza telúrica del tórculo.

Y emerge el arte…

¡Vivan los magos grabadores del siglo XXI!



Hay algo de rebelde y subversivo en hacer grabados en el siglo XXI.
Rebelarse contra la dictadura mercantil del lienzo de copia única y multiplicar el arte. Rebelarse contra la unicidad de la obra y buscar variaciones de color, efectos sobre la plancha cambiante, retoques sobre el papel. Rebelión contra el mercado elitista y creación de arte accesible. Buscar un equilibrio confuso y complejo entre la devaluada digitalización de la imagen y su inmediatez y la obra única del mercado.

¡Vivan los grabadores rebeldes del siglo XXI!


Hay algo de secta y logia masónica el el Taller de Grabado de Fuengirola en el siglo XXI.

Compartir con otros sectarios un taller minoritario. Compartir los secretos de la forja de las planchas y los biseles (afilados para cortar jamón...). Compartir los conjuros secretos de la alquimia de los ácidos. Compartir nuestras visiones del arte y de la vida, compartir nuestros proyectos e ilusiones. Compartir ese mágico momento expectante en el que pasamos la plancha por el tórculo y surge nuestra estampa. Mostrarla a los hermanos de la logia “torcúlica” a la que pertenecemos y comentarla, alabarla, criticarla, valorarla, compararla,…, compartirla en fin. Por encima de todo, sin duda, compartir la sabiduría y experiencia del Gran Maestre José María Córdoba y su facilidad para transmitir estos conocimientos y lograr que los sectarios crezcamos como artistas, crezcamos como personas.

¡Vivan los grabadores sectarios del Taller de Grabado de Fuengirola en el siglo XXI!!

¡Larga vida al Taller!
¡Larga vida al Grabado!
¡Larga vida a José María Córdoba!


GAP / 2019


DISCURSO DEL GRABADOR DEL SIGLO XXI

Hay algo heroico en hacer grabados en el siglo XXI. Renegar de la inmediatez de la edición digital con el ordenador y negarse a m...