Hay algo de heroico en hacer grabados en el siglo XXI.
Renegar de la inmediatez de la edición digital con el ordenador y negarse a mandar las imágenes a la impresora por decenas o cientos. Buscar el proceso más largo y artesano. Dibujar los bocetos a mano. Buscar la plancha del tamaño y metal adecuados y prepararla. Pasar la muy planificada imagen invertida y rayar el barniz con la aguja. Dejar el ácido el tiempo exacto. Limpiar, entintar y estampar en la máquina mágica que es el tórculo. Realizar una o varias pruebas de estado. Cubrir con resina y matizar las sombras con la técnica del aguatinta. Medir los tiempos en segundos. Estampar en la magia del tórculo. Repetir hasta estar satisfecho con el resultado, encontrando en el papel lo imaginado. Encontrar la imagen perfecta. El papel perfecto. El color perfecto…
¡Vivan los héroes grabadores del siglo XXI!
GAP
2019